En otro pequeño pueblo medieval de la Toscana, como adaptada para turistas como cualquiera, este pequeño, angosto pastelería con un propietario senior - directora obviamente atiende a aquellos que una y otra vez. Teníamos un buen té (difícil de conseguir algo mejor en Italia, de todos modos, dejadme sola en un bar de barrio) y uno de los muchos deliciosos pasteles - buscando: un maritozzo panna (largo con la corte en la parte superior de brioche longitudinalmente y rellenos con crema batida), que estaba buenísimo. El café era uno de los mejores que recuerdo, en la Toscana o en cualquier lugar. Los tres elementos nos costó 4,50 euros extremadamente razonable, a pocos pasos desde el restaurante más lujoso y bar de la ciudad. La enjuta local 'er ne - no - bueno, con largo pelo y más bebidas grizzly en él que el jabón era discreto y tratable, bajo la administración de la hábil y cerca casera. Su café era probable diferente sabor que la nuestra, y quizá más fuertes. Una experiencia agradable y reconfortante café, y un paseo por los recuerdos de bares en el barrio italiano de 1960-1970.

Nos detuvimos en aquí cada día durante nuestra estancia de 2 semanas en la zona de recogida de pasteles para nuestro grupo de 8 personas. Delicioso y fresco, empacados los pasteles en una bandeja de fácilmente transporte y servir.