La verdad es que la calidad es suprema, un trato excelente de los empleados y dueños. Aconsejable a las familias

La agente de viajes que nos organizó las excursiones de la pasada Semana Santa en la Toscana, nos recomendó este sitio para comer en combinación con la visita a Lucca, ya que está bastance cerca. Hay que andar con ojo porque es fácil perderse por las carreteritas para llegar allí. Es una bodega en la campiña toscana, con una terraza amplia y super tranquila (sólo tienen 2 ó 3 mesas) en la que te sirven una comida ligera en grandes mesas y cómodas sillas. No hay carta ni menú, simplemente te van sacando productos típicos toscanos regados con alguno de sus vinos: tomatitos (¡sabrosísimos!), aceitunas, varios tipos de embutidos y quesos, una ensalada de cereal local (no fuimos capaces de identificar qué cereal era), pan y aceite de oliva. Luego se puede hacer la visita a la bodega, muy moderna, que es curiosa, y algunos de los vinos que te dan a catar al final son bastante buenos. Nos resultó una experiencia diferente, relajada y muy agradable.