No conocía Valladolid y la sorpresa que me llevé al pasear la ciudad recorriendo sus calles y visitando sus monumentos fue simplemente fantástica, porque Valladolid merece ser visitada a pie de calle; sus principales monumentos están en una radio de no más de 800 metros, y se puede recorrer perfectamente a pié: el Museo-casa de Cervantes no se debe dejar de visitar. Posee una perfecta colección de los enseres de la época digno de mencionar. La Plaza Mayor, de la cual llevamos cierta desilusión porque estaban construyendo dentro de la misma todo un escenario metálico que nos hizo perder la perspectiva de su b elleza. La plaza de San Pablo, majestuosa, como antesala de la visita al Museo de Escultura, enclavado en una privilegiada construcción del siglo XV, bello ejemplo del gótico isabeliono, donde la República instaló dicho museo. El Pasaje Gutiérrez, que me decepcionó, más que nada por las espectativas que me había creado y otros muchos lugares dignos de ver.