No sabía de su existencia ni me lo imaginaba, hasta que me enteré este año y lo visité. Es un lugar cargado de memoria y de resistencia, donde se exalta la labor de artesanos vidrieros que aún mantienen la labor de producción similar a la de hace casi dos siglos atrás. La participación comunitaria, las exhibiciones y talleres que se programan con frecuencia, los recorridos, la tienda de recuerdos y su biblioteca mantienen vivo este lugar que se ubica en la localidad de San Cristóbal, al sur de la ciudad. Pero todo ese acervo se aloja en la casa La Eneida, que también es en sí misma una valiosa muestra arquitectónica del siglo XIX.