De las varias estatuas en homenaje a Darwin que existen en el archipiélago (en San Cristóbal, Santa Cruz e Isabela), ésta fue mi favorita. No sólo por su gran tamaño y los animales que la acompañan (tortuga y lobo marino), sino por su ubicación en un escenario natural maravilloso. Está en la parte alta de la ensenada donde el Beagle, barco donde viajó Darwin, llegó a la isla San Cristóbal. Desde este mirador, puedes ver la belleza natural del lugar y pensar en cómo debió haber sido siglos atrás.
Un sendero conduce de la estatua a la ensenada, donde se puede practicar snorkel y ver de cerca especies como iguanas y tortugas marinas, lobos marinos y una gran cantidad de peces. Por lo tanto, si decides visitar este lugar, tienes que ir preparado no sólo con calzado cómodo para recorrer el sendero, sino también traje de baño, equipo de snorkel y toalla, para poder disfrutar un buen momento de nado o snorkel en la ensenada.