Es un santuario hermoso, construido en un lugar imposible, enclavado en el cañón del rio, hermoso, vale la pena. Hay que llegar en la tarde para disfrutar la vista y alcanzar el atardecer y el momento en que encienden la iluminación que le da otro aspecto igual o más imponente. Seas creyente o no, es espectacular. Imperdible si vas a Nariño.