Nos alojamos allí tras una etapa del Camino De Santiago de 33 km y nos sorprendió el trato, la calidad de las instalaciones y su comida casera. Un 10 para el casero y su hija que nos trataron como de la familia. Las lentejas con chorizo y la ternera guisada de 10.
Un poco apartado del camino de Santiago francés (unos 800-900m), pero merece la pena. Ofrece habitaciones más grandes y más pequeñas y admite reservas. Limpio, ofrece sábanas de tela y mantas. Tiene servicio de bar, con lo cual se puede comer y cenar allí mismo. El exterior, con árboles frutales, ofrece una gran zona de césped y bancos y mesas de madera para estar al aire libre. Entorno muy agradable y algunas habitaciones con vistas excelentes. Cocina amplia y funcional. La única pega es que está apartado de núcleos urbanos y es difícil poder comprar algo que nos haga falta si somos peregrinos.
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