De casi 700 metros de largo, la plaza de Wenceslao es la encrucijada más concurrida y bulliciosa de la ciudad. La preside el Museo Nacional desde su lado más alto. Aquí podrás entregarte al consumismo comprando en las incontables tiendas y cadenas que encontrarás. La plaza, además, desemboca en Na Příkopě, la calle comercial más popular. Cuando te canses o te quedes sin blanca, prueba a explorar los pasos subterráneos de la ciudad. Te llevarán a la Ciudad Vieja o a patios de casas de arquitectura modernista que esconden secretas joyas vegetales, bancos pintados de blanco y rosales, y ofrecen una atmósfera de paz inesperada en medio del bullicio de la ciudad. Además de visitar las calles comerciales llenas de turistas, no te olvides de los cafés tradicionales, los clásicos pubs checos, los cines y los teatros. El Teatro Nacional, próximo al río, tiene mucho que ofrecer a los visitantes. Y, sobre todo, no dejes de ir a la orilla del río a disfrutar de música en directo y tomarte algo mientras contemplas cómo se pone el sol tras el Castillo de Praga.