Ubicación magnífica, rodeado de naturaleza. Merece la pena subir a comer o a desayunar. Un comedor lleno de detalles, antigüedades y rincones especiales desde donde disfrutar de buenas viandas y maravillosas vistas. Servicio lento pero muy bueno. No es nada barato. Desayuno completo 5 personas 140 dólares
Un hotel rustico en la mitad de la motana!!! Llegar es toda una odisea ya que a partir de calles estrechas se hace un gran ascenso para llegar por lo menos a los 3.250 mts! El hotel es un hotel rustico muy lindo con solo 6 habitaciones todas unas suites grandes!!! El servicio muy bueno en especial el concierge que se llamaba Julio el cual se esmero que hacer de nuestra estadía algo excelente. En el hotel hay un restaurante muy bueno. Mi recomendacion llevar un buen libro y algo donde poner muisca por que no hay television ni buena recepcion de WIFI ni casi comunicacion de celular.!!! Un lugar para separarse del mundanal ruido!!!!
No imaginaba en quito un lugar tan autentico clásico rústico y con hermosos detalles de comodidad y confort, muy recomendado y no pueden dejar de probar su exquisito café de altura y su platillo a base conejo.. fue muy interesante visitar este sitio
Fui con mi esposa y mi hijo de 2 1/2 años. Nos sentimos muy a gusto con el servicio, las recomendaciones del mesero, y la calidad de la comidad estupénda! Es un buen lugar para una cita con tu pareja, al menos si no tienes opción de dejar a tu hijo con alguién; hay muchos espacios verdes, anomalitos, y principalmente, está "alejado" de la ciudad y sus peligros constantes. La verdad es que nis sentimos muy relajados y disfrutamos nuestra cena... Muy recomendable para una escapadita de último momento.
En esta ocasión si que me hicieron sentir fatal, parece que el personal de atención a clientes está desmotivado o no valora su trabajo porque no saben ser anfitriones. Llevé a mi madre para celebrar su cumple número 70 y en lugar de tener un momento agradable, fue todo lo contrario. Estuve a punto de ir a otro restaurante, pero ya que habíamos llegado desde Riobamba hasta la hacienda con la ilusión de pasar un momento agradable, se me hacía cansado bajar a Quito para visitar un mejor restaurante. Quizá por ser día miércoles, el restaurante estaba completamente vacío, nos hicieron esperar demasiado tiempo hasta pasarnos la carta, luego cuando ordenamos nos indicaron que no tenían todos los platos y además solo tenían jugo de guanábana. En fin, para un lugar que tiene uno de…
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