Hemos esta pasando una noche en este hotel y la verdad que pensábamos que la experiencia sería otra. Las habitaciones bien pero el servicio y la comida…. Pésima. Tuvimos que esperar mucho para que nos trajeran la cena y eso que solamente había 4 mesas más. En el desayuno más de lo Mismo. Había pocas mesas y tardaron muchísimo en tomarnos nota. La calidad del producto bastante que desear. Poca atención al cliente. Lo siento mucho pero no volveremos.
La idea era pasar 4 días en un entorno agradable, cómodo y sin tener que movernos mucho del hotel. Pues resulta que el bar de la piscina lleva todo el verano sin funcionar. En el restaurante tienen un menú de 16 euros con 4 platos de primero y 4 de segundo, que es el mismo toda la semana, que además está incomible, el servicio brilla por su ausencia. Traen el vino caliente y nos dicen que no tienen hielo. En fín que nos tuvimos que ir. Un verdadero desastre, solo les salva que las instalaciones son bonitas.
Un rincón que no conocía de la preciosa Costa Brava. Un lugar sin duda lleno de paz y tranquilidad donde se puede desconectar en pleno mes de agosto. Destacar la amabilidad y atención de todo el personal. Repetiremos pronto indudablemente.
Hotel bonito en un entorno increíble! Lo más destacable es la gran piscina rodeada de naturaleza (bar cerrado) El desayuno es súper completo y la camarera muy atenta en todo. Las habitaciones son bonitas pero necesitan algunos retoques (ducha con humedades, insectos secos en los cuadros, cortina rota, suelo barnizado a trozos…) Solo 1 agua 500ml de bienvenida por habitación. Una empleada del hotel trabajando con su portátil en medio de una de las estancias/salones de uso colectivo a las 12:30 de la mañana. En general está bastante bien pero no tiene las instalaciones de un 5 ⭐️
La Malcontenta es una experiencia de sensaciones. Hay lugares donde los astros se alinean y te sientes transportada. Cuando deseas quedarte en el Hotel todo el día, sucumbiendo a la belleza del entorno natural, cuidado con esmero, y observar durante horas cómo se mece una mimosa en flor con una botella de cava, es que el lugar es poesía. Todo ello es posible gracias al equipo profesional, relajado y pendiente de cada detalle. La Directora está muy presente y recibe a los viajeros como si estuvieran en su casa, sin imposturas. El desayuno, delicioso y completo, servido con esmero. Y que haya un restaurante con vistas y carta escogida, te relaja todavía más. El lujo es La Malcontenta: desconectar.
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