Hotel situado en un montículo en un extremo de la platja del Canadell, desde donde hay unas vistas prodigiosas de la bahía de Calella. A un paso de la preciosa playa. En general el hotel está muy bien, pero la terraza / bar / restaurante es prodigioso, un lugar donde estar horas y sentirse en el paraíso. Además, es amplio, con mesas de diferentes tipos, muy buen servicio, y donde tomar algo para picar e incluso comer o cenar tipo bar.
Estuve en una habitación doble pequeña, pero es más amplia que habitaciones dobles estándar de otros lugares. Decoración acogedora y todo lo necesario. Desayuno incluido muy bueno, y también se puede comer o cenar muy bien en el restaurante, con un menú disponible aparte de la carta para personas alojadas en el hotel. ¡Repetiré!Más
- Wi-Fi gratis
- Estacionamiento gratis