Es una experiencia que no se puede describir. La casa es una preciosidad, rodeada de un hermoso jardin impecablemente cuidado por los dueños. Consta de apartamentos y habitaciones, todo decorado con un exquisito gusto. La comida es para llorar, cocinan en el momento cualquier cosa de su casa, salvo los bichos que estan muertos de antemano pero que tambien los han criado ellos en su mayoria, las verduras, huevos, frutas. . . Lo cogen delante de los huespedes, los postres son caseros y deliciosos. . . Pero todo esto no es lo mejor, lo que hace de la Casa das Corredoiras un lugar que no puedes dejar de visitar si eres peregrino, es su gente. Puedes pedir lo mas extraño que se te ocurra que ellos te lo van a consentir. Se desviven por los clientes y los peregrinos que ya llegamos alli, casi en Santiago, con el alma en carne viva, nos sentimos no como en casa, como en el cielo