El hotel es hermoso, las instalaciones bien tenidas, comida muy rica, lo malo es que realmente solo se disfruta 4 horas del dia, al hacer la conversión de lo que se pago, a mi parecer sale costoso, recomiendo si deseas ir allá, es ir de un día para otro, y poder disfrutar bien, ya que se tardar entre la ida y vuelta mas o menos 3 horas y media, otra cosa que no me gusto, es que a los que vamos por pasadía nos sientan en otra parte del restaurante por que los huéspedes que están en el hotel tiene derecho a comida a la carta, los pasadías no, me sentí excluido, como si el dinero que yo les pague por estar allá, no tuviera el mismo valor que el dinero de los huéspedes, en otras palabras hacen acepción de personas.

Lo mejor de este hotel son sus empleados. Amables, cálidos, atentos (sobre todo David que siempre estaba para solucionar todo) te hacen sentir en casa. El hotel está en una isla y esto, a veces, genera inconvenientes, como corte de luz que solo dura minutos, o falta de agua caliente en las duchas. Pero todo se compensa a la hora de sentarse a comer. Todo lo que te traen a la mesa es exquisito, aunque recomiendo el pulpo a la plancha… es celestial. El paisaje, las instalaciones, la gente, sobretodo la gente, hacen que tu estadía sea inolvidable. Y seguro volveré.

Es un lugar que en algún año pasado tuvo su explendor, hoy las instalaciones son viejas, descuidadas y obscuras, la comida no es buena, la amabilidad no existe, los mejor del lugar es el paisaje, pero no es suficiente para querer volver, las empresas de turismo te lo presentan como un paraíso, pero solo es publicidad para vender, fue mi dinero peor invertido.