Hemos lamentado no haber conocido antes este restaurante instalado en un antiguo caserío con mucho encanto. La carta, salvo la de postres que es muy extensa, es más bien corta pero de mucha calidad.
Lo que hemos comido (ensalada mixta, cazuela de Txangurro, bacalao a la plancha y Carré de cordero) estaba todo muy rico, con un acompañamiento a base de verduras excelente. De postre hemos tomado un “txuri beltza” y un café irlandés. Todo ello, con una media botella de vino de Burdeos, nos ha salido por menos de 104 € la pareja. El servicio, además ha sido muy atento y eficaz volveremos sin duda.
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