Un lugar increíble en medio de un pueblo mágico, Doña Maria Helena es una anfitriona muy especial, atenta y pendiente de todo lo necesario para sus huéspedes. La casa es preciosa, se siente como un hogar y más con su amabilidad. Está en toda la calle real lo que la hace muy central, estuvimos en época de fiestas en el pueblo, y aunque en ocasiones había ruido, ella siempre estuvo muy preocupada por el bienestar de quienes allí estuvimos. El desayuno delicioso, perfectamente presentado y preparado. Todo impecable, limpio. El baño cuenta con agua caliente, tiene servicio de wifi. Mi familia no dudaría en volver a visitar este hermoso lugar.