Tras ver las numerosas buenas críticas nos dicidimos a ir a almorzar en este restaurante italiano parisino. El resultado fue algo decepcionante, las pizzas no son malas, pero tampoco son nada del otro mundo, una masa precocinada, con composiciones de ingredientes francamente mejorables. En nuestro caso la pizza vegetariana no tiene salsa de tomate, aunque si muchas hojas de repollo, y la marinarena únicamente tiene como pescaso anchoas, y por no tener no tiene ni queso. El precio es lo normal en París, sin ser caro tampoco resultó barato teniendo en cuenta la calidad de los productos. La atención correcta, sin demasiadas amabilidades.
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