El plato de los montes muy bueno, de las pocas ventas que ha estado todo el verano abierta por la noche.

Siempre que comemos por la zona, vamos a este restaurante. Lo conocemos desde hace años y nunca defrauda.
Las cantidades son grandes, la calidad y precio muy buenos y la atención de los camareros nos parece fantástica.
Siempre lo recomendamos a la familia y amigos y seguro que pronto volveremos a repetir.

Pretende tratar bien las carnes y ni mucho menos alcanza un nivél mínimo, abandonando las comidas tipicas de las ventas y quedando muy, muy, mal con el tema brasa.
Servicio malo, salón lleno de humos, la verdad, no repetiré ni lo recomendaré a nadie.

Si bien la comida es buena (aunque el plato de carne traía un trozo de plástico pegado) el servicio es muy lento, la cuenta tuvimos que pedirla varias veces y vino mal. Pero lo peor fue la falta de medidas de seguridad ante el covid-19, que hará que no vuelva más. El personal en la zona de carnes a la brasa, que manipula alimentos,tenía la mascarilla por debajo de la nariz. El personal que instalaba una valla alrededor de la terraza (al menos 2) iban sin mascarilla y se paseaban entre las mesas donde comíamos y entraban y salían de la zona de cocina sin ponérsela. Igualmente, muchos comensales para ir a los aseos o a llamar por teléfono, pasaban entre las mesas sin mascarilla sin que nadie del personal les recordara que deben ponérsela. Definitivamente resultó ser un comida incómoda, no volveremos.

Nunca en mi vida me ha pasado algo que se le parezca a lo que nos pasó aquí.
Vinimos porque era mi cumpleaños y no era ni la primera ni la segunda vez que comíamos aquí.
Pedimos varias cosas, entre ellas una paletilla de cordero que llego congelada por dentro. Le dijimos al camarero que por favor la calentasen; se la llevaron y una vez que casi terminamos el plato descubrimos con todo el asco que había un pedazo de plástico hecho una bola que llevaba ahí desde que nos lo sacaron.
No lo vimos porque las verduras y la propia paletilla lo tapaban, pero cuando llegamos a esa parte apareció una bola enorme de papel o plástico (no llegamos a saber lo que era de lo pútrido que estaba aquello)
Llamamos a los camareros y después de culparnos, echarse el muerto los unos a los otros, nos dijeron que lo sentían mucho.
Cuando nos trajeron la cuenta nos cobraron el plato. Terminamos de alucinar.
No vamos a volver en la vida y desde luego nadie que me conozca volverá aquí.
Vaya despropósito tan grande.
Iba a celebrar un cumpleaños y a dejar toda la propina posible, porque ayudar a los negocios en esta época tan mala es algo que deberíamos hacer todos, pero después de esto espero que los locales como este dejen paso a los sitios respetables y decentes.