Mi decepción se debe a que yo reservé una semana en este hotel, del 30 de marzo al 6 de abril de 2018, sobre todo por disfrutar de su maravillosa terraza con vistas al golfo de Nápoles y la tenían cerrada, según ellos por obras, pero no subía ni el ascensor a la sexta planta y no había ningún movimiento de operarios que evidenciaran esas obras.
Por otro lado la habitación daba para atrás, no me importó mucho porque en el corso Vittorio Enmanuele hay un tráfico infernal por las noches. Otro aspecto negativo fue la ducha, pues no tenía bañera, una ducha con una cabina pequeña, con una mampara de más de veinte años, toda desvencijada y sin ducha de teléfono, solo tenía ducha fija arriba con unos chorros gruesos que no facilitaban una ducha confortable. No es una ducha digna para un hotel de 5 estrellas lujo. El personal muy atento y el resto del hotel bonito, clásico sobre todo, lleno de estatuas y sofás antiguos, pero las habitaciones desmerecen, al menos la mía.
La situación buena pero lejos de los puntos de interés.