La había visitado hacía 30 años y cuando he regresado, la primera impresión ha sido de que me parecía más pequeña.... pero aún así, es majestuosa.
Hace 30 años sólo tenías que hacer cola para subir a la cúpula, pero ahora, tanto para acceder al interior de la basílica como para la cúpula debes hacer cola porque es obligatorio pasar el correspondiente control de seguridad., y la media hora de cola, como mínimo, no te la quita nadie.
Nada más entrar, a la derecha en la primera capilla se encuentra la famosa escultura La Piedad de Miguel Angel. A continuación hay diversas capillas y en una de ellas está la tumba del papa Juan Pablo II y también la de Juan XXIII, siendo ésta última de cristal, por lo que se puede ver sin ningún problema el cuerpo embalsamado del papa, cosa que impresiona bastante, ya que no me lo esperaba (he visto las momias de Lenin y Ho Chi Minh y no me impresionaron tanto ya que sabía lo que iba a ver).
El interior de la basílica es impresionante, sobretodo su nave central de 187 metros de largo y 45 metros de altura, al final de la cual se encuentra, justo debajo de la enorme cúpula, el altar papal, presidido por el Baldaquino de San Pedro realizado en bronze por el maestro Bernini entre los años 1624 y 1633.
Tampoco hay que olvidar la visita a la cripta donde se encuentran las tumbas de los papas, a excepción de la de algunos que están repartidas a lo largo de la basílica. Para acceder a la cripta hay que bajar por una escalera, cuya entrada se encuentra a la izquierda del altar papal (no está muy bien señalizado).. En ella no se pueden hacer fotos o filmar, aunque mucha gente no lo respeta.
Al salir, no olvides echar un vistazo a la bonita Puerta Santa, situada a la derecha de la puerta principal, que permanece cerrada y tapada con cemento en su parte interior, y sólo la puede abrir el papa en los Años Santos y permanece abierta durante todo el año para que los fieles puedan acceder a la basílica a través de ella para ganar indulgencias.
Por supuesto, es una visita obligada si vas a Roma