Siempre una maravilla alojarse en hoteles céntricos. Todo son ventajas para aprovechar plenamente tu estancia. El hotel es super lujoso y bonito y con ese tono rojizo de su fachada es imposible no verlo de lejos. Comida excelente en el comedor y super variado. Pide a los camareros que te traigan café que es una maravilla, mucho mejor que el de las maquinas. Hay detalles que contrastan enormemente, como el carácter ya trasnochado de una estética anticuada de principios del siglo XX. Las cortinas tan barrocas con estampados, el mobiliario de madera vetusta y la moqueta son ejemplos de una herencia perdida. Yo pondría algún enchufe más en las habitaciones. Buena calidad de sueño aunque las camas son algo estrechas.Más
- Wi-Fi gratis
- Estacionamiento gratis