Este hotel se encuentra a unos 15 minutos del centro de Taranto, una ciudad poco turística no muy atractiva. Las buenas playas del Jónico se encuentran a una media hora en coche, todo esto lleva a la conclusión que el hotel esta demasiado aislado, en un bello enclave junto al Mar Picolo. El hotel tiene varios edificios históricos todos ellos bellos y bien conservados, la iglesia, convertida en sala de reuniones y eventos, conserva aún frescos antiguos. El recepción el equipo es magnífico, siempre presto a ayudar e informar a los clientes, el restaurante, aunque caro, tiene una gran calidad y su carta presenta platos típicos de la región, el servicio es de gran calidad y la atención sobresaliente. Las habitaciones son muy amplias y la decoración expendida. El baño contiene una gran ducha con varias formas de expulsión de agua. Lástima que el spa se encuentre cerrado por reformas.Más
- Wi-Fi gratis