Hotel muy bonito, con una decoración moderna y cuidada. Zona de aparcamiento reservada para huéspedes, lo cual se agradece porque siempre hay muchos coches por la zona para visitar el santuario. Nuestra habitación era espaciosa y muy agradable, el colchón y la almohada comodísimos. El baño es poco privado, la zona del lavabo está fuera y la ducha y el WC en habitaciones diferentes, lo cual sí resulta cómodo. Las puertas de ambos son translúcidas.
Hay amenities de calidad, que van reponiendo.
No le he puesto cinco estrellas porque tuvimos un problema con la cisterna, no dejaba de perder agua y lo dijimos dos veces, la primera no debieron hacer nada porque cuando volvimos a la habitación seguía goteando y la segunda mandaron a alguien pero no pudo solucionarlo. Cuando nos marchamos y nos preguntaron si estaba todo bien, comentamos este problema y nos pidieron disculpas alegando que a veces son cosas que pasan. Fue molesto porque además del derroche de agua constante, el cloc cloc constante de noche resultaba incómodo.
El personal fue amable, sobre todo el chico joven que había en la recepción.
El desayuno nos pareció adecuado, tipo buffet, con bollería, cereales, fiambre, fruta, parte salada. El café o chocolate no es muy allá, pero uno de los días la persona que estaba al cargo nos ofreció café de máquina del bueno, así que imagino que aunque no esté a la vista, puedes solicitarlo.
Su ubicación es buena si no te importa coger el coche para moverte o bien el funicular y luego un autobús que te lleve al centro. Es muy tranquilo por las noches y está a un paso del santuario y las vistas a la ciudad.