Restaurante minúsculo, para entrar hay que llamar al timbre, se accede a través de una puerta muy estrecha (ojo minusvalidos y padres con carritos para bebés). El restaurante es una salita pequeña sobresaturada por mesas y sillas, que dificultan el paso.
Tuvimos que plegar el carro del niño y sujetarlo en la pared, detrás de nuestra silla, no nos ofrecieron trona (que luego descubrimos que la tenían almacenada en el hall de la entrada).
Un señor mayor (¿ dueño?) nos ha tratado con prepotencia y desprecio (¿le caen mal los turistas?)
La comida está rica, pero no compensa, la verdad...por el trato desagradable que recibimos. Al ver que los demás comensales ya tenían su plato (incluso los que llegaron mucho mas tarde que nosotros), le pregunté si iban a tardar mucho mas. Me contestó de mala manera: “¿nos has pedido lasaña? ¡Tarda 20 min!”. Le recordé q también habíamos pedido una ensalada, al darse cuenta del error dijo que todos los humanos nos equivocamos. Tiene razón, pero se puede pedir perdón de otra forma...
En fin... que no estuvimos a gusto en ningún momento, no esperamos por el postre ni el café.
No os lo recomiendo si vais con niños pequeños.
La guinda del pastel vino cuando tuvimos que pagar, le tuvimos q acompañarle a su almacén, y dos de nuestras tarjetas no estaban aceptadas...afortunadamente la de Ing direct sí. El tío como si nada... enseñándonos “tarjeta rechazada” como si fuera nuestra culpa... acabo de leer los comentarios de tripadvisor y entender el porqué! ¡Que estafa!