Nos costó un poco encontrarlo, ya que nuestro horario europeo, siempre nos trae problemas para cenar. Al final, mereció la pena ,ya que el propio Franco (italiano residente en Tasmania desde hace 35 años) en persona y su encantadora esposa, nos atendieron maravillosamente, y pudimos disfrutar de su gran cocina italiana.
Aparte de la atención y de la calidad en la comida, el precio no nos pareció demasiado alto. Muy buena relación.
Recomendable sin duda
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