Vinimos a este restaurante después de leer la gran cantidad de buenas opiniones sobre él, y viendo la trayectoria del chef esperábamos una gran experiencia.
No es para menos, la verdad que ha sido el mejor asador argentino al que haya ido nunca. La atención de Martín y del camarero te hacen sentir en un lugar especial. Y por supuesto, la comida no se quedó atrás, con una empanada de entraña muy sabrosa, la provoleta muy buena y un lomo de simmental madurado que te hace ver las estrellas.
En definitiva, un sitio obligatorio al que acudir si eres un amante de las carnes, o de la cocina argentina en general. Volveremos!!