Ubicado en la mejor zona de Haifa, en la German Colony, rodeado de hoteles y restaurantes y a los pies de los fabulosos Bahai Gardens, el Templars es un hotel con un lobby muy pequeño (al igual que las habitaciones, o al menos la que nos tocó a nosotros) con algún encanto.
Nuestra habitación (Unicorn) era pequeña, con una cama muy cómoda y dos cosas que nos llamaron la atención: el lugar donde está la ducha es completamente traslúcido, por lo que es algo incómodo bañarse a menos que se tenga una gran confianza con la persona con la que uno está y, por otro lado, tiene un concepto lumínico con luces de led azules muy particular.
El desayuno lo sirven en un bar de al lado. Y si bien en el hotel son muy amables, la gente del bar donde se sirve el desayuno son francamente antipáticos (o quizás estaban todos en un mal día).
Lo que sí, al menos a abril de 2016, el hotel estaba con muchas obras y remodelaciones, por lo que había bastante polvo (no dentro de la habitación, por suerte). Habría estado bueno saber con antelación que estaban haciendo obras.