Estuvimos alojados una única noche en una habitación superior con vistas a la ciudad. La ubicación es muy buena, pues queda a una manzana de la playa (justo detrás de la Ópera) en la parte vieja de la ciudad.
Llegamos a Tel Aviv desde Jerusalén en autobús y al llegar a la estación central tomamos el bus urbano n° 4 que nos dejó justo enfrente del edificio Arcadia. El bloque no presagia nada bueno, pero la verdad es que las habitaciones no están nada mal.
La recepción del hotel está en un lateral de la planta baja del edificio (un inmueble con un decrépito y medio cerrado centro comercial y varias plantas de oficinas); el registro es breve y, después de las informaciones de rigor, subimos a nuestra habitación en la 16° planta, vistas a la ciudad no aptas para quien sufre de vértigo.
La habitación, decorada en estilo moderno, es muy grande y luminosa por los grandes ventanales que cubren toda la pared externa. En el interior alberga un armario empotrado con caja fuerte, televisor, escritorio, una butaca con reposapiés muy cómoda y una mesa, .
El baño, tan espacioso como la estancia, dispone de inodoro, lavabo, bañera y muchos artículos de cortesía (jabón, gel, champú, suavizante, gorro de ducha, crema hidrantante, etc.). Destacable la rudiosa descarga del inodoro con un sistema de succión como el de los aviones.
Por lo que concierne a la limpieza, las habitaciones y las zonas comunes de la planta 16 todo está muy limpio y cuidado. Lo mismo se puede decir de la sala de desayunos, pero la zona de la recepción siendo una zona de paso de muchas personas (no sólo los huéspedes, también personal de las oficinas), se ve algo más descuidada.
El personal del hotel es amable y servicial, ya sean recepcionistas o camareros, todos dispuestos a facilitar información y a ayudarte en cualquier momento.
El desayuno se sirve en una planta intermedia del hotel en un pequeño salón muy limpio y acogedor con unos grandes ventanales desde los que se divisa la ciudad y la playa. Consiste en un pequeño bufé, pero muy variado, que ofrece dulce y salado de calidad (difícil en los almuerzos de los hoteles): huevos revueltos y con tomate, patatas gratinadas (buenísimas), pescados marinados, varios tipos de queso, verdura, yogures, zumos naturales (naranja, limón y pomelo), leche, café (de una máquina italiana con varias opciones), cereales, bollería (muy buena y similar a la francesa), galletas caseras, etc.
Si hay que hacer mención de algo mejorable, desde nuestro punto de vista, son los ascensores un poco viejos y destartalados.
En definitiva, aconsejamos este hotel que, aunque de entrada puede defraudar un poco por el aspecto exterior, es un buen lugar donde alojarse en Tel Aviv.