Realmente había escuchado varias veces al respecto del restaurante del hotel y de la vista desde la terraza. Mirando la página web me había hecho a la idea de lo que nos esperaba, pero nunca imaginé cuanto superaría la realidad a la expectativa. Confieso que no puedo ser 100% objetiva, porque he pasado unos días maravillosos en el hotel. Es dificil de describir cuando todo es tan hermoso, y definitivamente todo ha sido mejor de lo esperado. Voy a empezar señalando sobre su arquitectura, la casa colonial es simplemente magnífica, una mezcla entre la antigüedad del edificio y la modernidad y buen gusto de su decoración. A cada paso uno puede encontrar arte, belleza y elementos que combinan entre lo histórico y lo artístico. La ubicación en el centro histórico de Quito es única, cerca de todo, especialmente de Santo Domingo y de la calle de la Ronda. Fuimos caminando al museo de Santo Domingo, sin problema alguno.
El restaurante la plaza es cómodo, elegante y muy espacioso, lo que resulta fundamental en tiempos de covid. La habitación, un poco pequeña en relación a otros hoteles quiteños, pero hermosa, acogedora, impecable y sobre todo cómoda. La cama por el contrario, es enorme, y hermosa!! El colchón un verdadero placer y la ropa de cama de 5 estrellas. El baño, una delicia tanto por el agua perfecta, como por los productos de baño, simplemente deliciosos!! Tengo que hacer una pausa para...Realmente había escuchado varias veces al respecto del restaurante del hotel y de la vista desde la terraza. Mirando la página web me había hecho a la idea de lo que nos esperaba, pero nunca imaginé cuanto superaría la realidad a la expectativa. Confieso que no puedo ser 100% objetiva, porque he pasado unos días maravillosos en el hotel. Es dificil de describir cuando todo es tan hermoso, y definitivamente todo ha sido mejor de lo esperado. Voy a empezar señalando sobre su arquitectura, la casa colonial es simplemente magnífica, una mezcla entre la antigüedad del edificio y la modernidad y buen gusto de su decoración. A cada paso uno puede encontrar arte, belleza y elementos que combinan entre lo histórico y lo artístico. La ubicación en el centro histórico de Quito es única, cerca de todo, especialmente de Santo Domingo y de la calle de la Ronda. Fuimos caminando al museo de Santo Domingo, sin problema alguno.
El restaurante la plaza es cómodo, elegante y muy espacioso, lo que resulta fundamental en tiempos de covid. La habitación, un poco pequeña en relación a otros hoteles quiteños, pero hermosa, acogedora, impecable y sobre todo cómoda. La cama por el contrario, es enorme, y hermosa!! El colchón un verdadero placer y la ropa de cama de 5 estrellas. El baño, una delicia tanto por el agua perfecta, como por los productos de baño, simplemente deliciosos!! Tengo que hacer una pausa para contar de nuestra llegada. Empezamos a sentir la atención del hotel desde que pusimos un pie en él. Primero sus normas de bioseguridad nos dieron la confianza frente a la pandemia. En la habitación nos esperaba una carta sobre la cama, personalizada, que nos daba la bienvenida, en la mesa una canasta con productos nacionales, que realmente disfrutamos, y en el closet, batas de baño y sandalias!! De ahí debíamos conocer la terraza, donde nos ofrecieron una bebida de bienvenida. Realmente me la había imaginado más grande, pero descubrí un espacio acogedor perfectamente adecuado para disfrutar de la hermosa vista de Quito, y que vista!! No importa la hora del día, la vista quita el aliento... Desayunamos en la terraza y fue un verdadero placer ver Quito en la mañana con sus cúpulas, montañas, y la virgen del Panecillo tan cerca, que podíamos sentir que nos acompañaba, y en la noche, las luces de Quito, perfectas para el romance!! Por cierto, siento que necesitaría un diario de viaje completo para comentar cada detalle del hotel. Su comida, espectacular en presentación y en sabor. El desayuno, completo, delicioso! El pan variado, uno más sabroso que otro. Quizás tenga una observación al respecto de la carta, pues me pareció un poco limitada, y no ofrece alternativas "populares". Todo era "Demasiado gourmet", lo que no siempre se adapta a todos los gustos, pero si buscas una experiencia de lujo, pues es el lugar indicado!! Para mí estuvo perfecto. Tampoco había muchas alternativas para la tarde, para quienes como nosotros, no acostumbran cenar un plato fuerte, pero todo lo que pedimos cumplió con nuestra expectativa. Delicioso y hermoso!! Cada plato decorado con esmero, era una experiencia gustativa y visual. Los cocteles también nos robaron el corazón, pedimos el llamado mama morada y Quito midnith. Uno mejor que el otro!! Y al hablar de la comida, obligatoriamente debo mencionar a ese elemento que logró que todas nuestras anteriores experiencias en Ecuador fueran superadas, y fue su gente. Cada uno de los trabajadores del hotel hizo un aporte para que nuestra visita se grabara como una experiencia inolvidable. Quisiera nombrar a todos, pues nos hicieron sentir cuidados y atendidos. Si hacía frío nos ofrecían encender los calefactores, en la noche nos ofrecieron ponchos. Mi hijo debía recibir clases, y estuvieron pendientes de ofrecerle una extensión para que trabajara cómodamente. Debo resaltar a Alex, quien desde la recepción estuvo pendiente de que todo estuviera a nuestro gusto, adaptandose a nuestros horarios, solucionando nuestras necesidades y consiguiéndonos incluso los datos del Museo de Santo Domingo, que fue una visita que recordaremos siempre. Dino, quién se merece un reconocimiento especial por todo lo que hizo para regalarnos momentos especiales dentro del hotel, con su conversación amena, su clase de coctelería, y degustación de café. David, el chef, que nos preparó sus cooking class, y que nos enseñó no solo de cocina, si no de su humildad y don de gente. Me quedé con una de sus frases, cuando le decía que es muy hábil para enseñar, nos dijo que era generoso en enseñar, como sus maestros lo había sido con él. Me pareció refrescante un pensamiento así en el mundo actual.... en general cada persona hizo que al final de nuestra estadía sintiéramos tristeza de dejar el hotel, pero felicidad por todo lo que disfrutamos. Todas estas experiencias diarias, fueron una cortesía del hotel. Fueron 4 días en los que disfrutamos de estar juntos, de las maravillosas instalaciones, de la comida, la gente, las experiencias. No fue necesario salir, pues justamente buscábamos un lugar seguro. Me quedo con la certeza de que aunque el hotel es pequeño, su gente lo hace gigante. Por último si son, como yo, fanáticos de las fotografías, el lugar es tan hermoso que cada rincón se presta para obtener recuerdos inolvidables. Felicito a todo el personal y recomiendo ampliamente seleccionar esta opción para descubrir Quito de otra manera.Más
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