Hace mucho que no habíamos estado nuevamente en este bonito restaurante. El lugar, bonito sobre todo en el día, tal vez a la noche un poco frío. Llegamos para celebrar el cumpleaños de nuestra madre y el dueño-chef tuvo gestos encantadores por esta ocasión. Se ocupó personalmente de atendernos y recomendarnos los platos de acuerdo a nuestros gustos. Es un excelente anfitrión. Probamos de todo, desde pez espada que estuvo espectacular, hasta pasta dura, pasta fresca, gnocchi, ravioli, tagliatelle, fussili, con variedad de salsas muy buenas. Música de piano muy agradable, torta de cumpleaños con vela, en fin fue una muy buena experiencia la que tuvimos.