Era un día muy difícil, venía del médico y necesitaba comer con urgencia, no solo por hambre, sino por llevarle alegria a ese día.
Entre al mall y, con desánimo, vi varios pequeños restaurantes (de cadena la mayoría) que, obviamente, no llamaron mi atención. Entonces, miré hacia la esquina y vi mi hermosa bandera italiana! Me acerqué feliz y cuando pregunté que opciones tenían, me sorprende el acento italiano de Karlo! El dueño. Una persona encantadora y llena de amor por su profesión. Nos hizo sentir como en casa, nos sirvió una lasagna espectacular y un pescado de locos! Nos contó de tradiciones, nos regaló un pedacito de Italia y, definitivamente, nos alegró el corazón. Quedamos pendientes de ir a probar su espectacular pizza! Súper recomendado!!!
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