Es un lugar muy tranquilo y cómodo, donde el ruido que se escucha es el de la brisa al rozar las copas de los árboles. Las habitaciones son muy cómodas. El desayuno es de buenos ingredientes y excelente.
Sus propietarios te hacen sentir en casa. Muy limpio todo. No hay restaurante pero tienes opciones a trasladarte a lugares muy cercanos. Se debe caminar a la playa, pero el paseo bajo la sombra es tan agradable y corto que ni se siente.
Está en un sitio muy discreto y me vale hasta seguro. Son pocas las personas que visitan el área. La playa que se utiliza es la que da inicio a la denominada Playa Blanca, que recorre varios kilómetros incluyendo el hotel Decámeron, Farallón y llega hasta el JW Marriott.
El hotel es recomendable para parejas, y personas que quieren ir a descanzar, compartir una buena velada o charla, disfrutar el mar, largas caminatas por la playa sin mayores tropiezos o alborotos. Para bajar el stress y renovar energía es fabuloso.
No tiene vista hacia el mar, pero si tiene un amplio jardin y árboles coposos que brindan su sombra. Estacionamiento seguro para los autos.
Al ser antes una gran casona familiar, el área de comedor te hace sentir en casa.
Me encantó que tienen un gran interés en los animales. Se le hace saber al huésped la importancia de cada uno en sus vidas.