muy lindo lugar para avistar colibríes, es una cas de familia así que asegúrese antes de llegar de llamar. A nosotros nos atendieron fuera del horario
muy lindo lugar para avistar colibríes, es una cas de familia así que asegúrese antes de llegar de llamar. A nosotros nos atendieron fuera del horario
Es un lugar que se debe de conocer, aunque no es muy grande, el espacio es suficiente para ver una buena cantidad de colibris, queda dentro del casco urbano de San Francisco,
La dueña del lugar muy amable, nos recibió y nos atendió sin haber hecho reservación; no sabíamos que se necesitaba. Vimos varias especies de colibríes y la señora conocía el nombre de cada una. Mostró conocimiento sobre esas aves, compartió varia información y contestó las preguntas que teníamos. Es asombroso ver la cantidad de colibríes que llegan todo el tiempo a los bebederos. El sitio en sí no me parece que le haga honor al nombre y el precio de la entrada me parece un poco elevado.
No puedo creer que tengan el descaro de cobrar $12.000 por estar en un pasillo. No lo RECOMIENDO PARA NADA..... es un robo total ni siquiera pagar porque les dieran alimento pero ni siquiera eso.
PÉSIMO!!!
Ese sitio es basicamente una porqueria, intoxican a los pajaros con azucar y para colmo la dueña es una persona grosera, con mala actitud y bastante amargada, debo averiguar q autoridad controla esta clase de suouestas atracciones, estan envenenando a los pajaritos.
Hermosos los colibries pero el lugar está sobre dimensionado, un costo muy alto por 15 metros de recorrido en un pasillo, no sé como creen que se pueda permanecer en el lugar más de horas, so pena de cobrar nuevamente la fracción/hora $10.000, tuvimos una terrible experiencia al pedir prestado el baño para mi papá que tiene 95 años y no quiso hacer el "recorrido", la señora que atiende dijo que solo si pagaba los $12.000 porque tenía que pasar por el corredor donde se ven los colibries, que falta de sensibilidad, que pena con los turistas que están expuestos a este tipo de trato. Según vimos en el libro de anotaciones algunos extranjeros se han ido con muy mala impresión. Las dueñas atienden a los visitantes como mercancía, les falta modales, trato humano y un mínimo de sentido común, no entregan factura, poniendo en duda la legalidad del lugar. Hay que parquear al frente de la casa en una vía sin pavimentar angosta con dificultad para hacer el retorno.