Por lo general suele ser nuestro sitio de referencia para comer o cenar cuando vamos de compras por la zona, porque con un niño de tres años que no para no un segundo es donde mejor atendidos nos sentíamos, pero esta última vez nos ha decepcionado mucho.
Lo primero, el sitio habitual donde sientan a las familias con niños (por tanto donde nos sentaron), no estaba bien acondicionado: había mesas llenas de trastos y hacía frío.
Tardaron muchísimo más de lo habitual en atendernos, ya que estábamos detrás de un mueble como de almacenaje, y los camareros apenas nos veían, por lo que otras mesas, que habían llegado mucho después que nosotros, estaban atendidas antes.
Tuvimos todo el rato la sensación de que se olvidaban de nosotros, sobre todo en el momento en que trajeron los entrantes y no estaban calientes (tampoco fríos del todo, pero había dado tiempo suficiente como para que no estuvieran como recién hechos).
Hemos ido muchísimas veces, y recalco que esto no es lo habitual, pero lo cuento porque me chocó bastante, de modo que cuando volvamos a ir nos aseguraremos de que no nos pongan en el mismo sitio.