Precioso, con mucha historia y encanto, nos gustó ver las fotos que tienen de las celebridades que se han hospedado ahí, incluso Cary Grant vivió un tiempo en este hotel. Desde la entrada todo es muy lindo, nosotros fuimos en Navidad y estaba muy bien decorado, nos gustó que el lobby no es enorme, es muy acogedor, clásico y elegante. El restaurante del desayuno también es muy bonito y a pesar de no ser muy grande, lo más que tuvimos que esperar por una mesa fueron 10 minutos, el buffet era variado, tenían un tocino delicioso, el pan francés y los wafles no estaban tan buenos. El Randolph’s Bar siempre estaba muy animado, con mucha gente, nos pareció que es un lugar visitado no solo por los huéspedes del hotel, sino también por los locales.
La ubicación no podría ser mejor, a unas cuadras de Rockefeller Center, del Radio City Music Hall, del Central Park, de 5th Avenue, Times Square; se puede llegar a todos estos lugares caminando.
Las habitaciones son amplias y cómodas, la decoración bonita, aunque los muebles están un poco viejos, pero bien cuidados. Solo dos “peros” le pongo a este hotel. El primero es que la limpieza de las habitaciones no es su fuerte, no es que estuviera sucia, eso para mí es lo peor en un hotel, sino que la limpieza diaria no la hacen con cuidado, no pasan bien la aspiradora y había algo de polvo, si por ejemplo había alguna basura tirada en la alfombra, no la levantaban. Afortunadamente el baño sí estuvo muy limpio todos los días.
El otro problema fue en la recepción la noche que llegamos, nuestro vuelo aterrizó muy tarde y estuvimos dos horas en la fila de migración, pues solo había un oficial atendiendo; acabamos llegando al hotel como a las 2:30 am.Teníamos pre pagadas dos habitaciones con vista a la calle, y solo nos dieron una de esa categoría, la otra era interior, muy obscura pues daba a una pared, le explicamos al señor de la recepción que no solo teníamos reservadas, sino ya pagadas las dos habitaciones con vista a la calle, cuya tarifa es mayor, nos dijo que estaban llenos y que era lo único que tenían. Considero que aunque llegamos muy tarde, si ya habíamos pagado por la habitación, nos la debían de haber respetado; como solución nos ofreció que al día siguiente nos darían otra habitación y que su personal haría el cambio de nuestras cosas después de medio día. Nosotros teníamos planes para estar fuera del hotel todo ese día, y no queríamos que movieran nuestras cosas sin estar presentes y sin siquiera ver cuál habitación nos iban a dar, entonces decidimos quedarnos. El cuarto estaba bien y era cómodo, pero nos hizo falta ver el cielo, no se podía saber si estaba el día nublado o soleado.
Todo el personal fue siempre muy amable, excepto el señor que nos recibió en la madrugada, seguramente no le gusta tener que trabajar a esas horas, pero nosotros veníamos muy cansados de un vuelo largo y de horas en migración, hubiera sido bueno recibir un poco de cortesía de su parte.
A pesar de estos inconvenientes, sin duda nos volveríamos a hospedar en el Warwick.