Hotel de pocas habitaciones, luminoso y bien decorado. Situado en un enclave magnífico, encima del mar. Nuestra habitación, muy cómoda, limpia y muy bien insonorizado a pesar de dónde está ubicado el hotel, en medio del apogeo de turistas y bares. Disponíamos de máquina de café , agua y zumo de cortesía. En la 4º planta de una terraza chill-out preciosa con vistas a toda la playa, una pasada..
Quede claro que las “vistas al castillo, son vistas al muro de piedra del castillo, que los tienes a 5 metros, eso es todo, el castillo no lo ves. Las habitaciones que dan a la playa tienen unas vistas impresionantes.
El único inconveniente: el aparcamiento. Los parkings a 200 metros. Cerca del hotel hay un aparcamiento público (de la hora) pero difícil coger sitio.
Dispone de un buen restaurante, pero un poco caro. Hay muchos locales al lado para comer, cenar o ir de tapas. Sin embargo para el desayuno es recomendable el propio hotel, porque los locales cercanos abren muy tarde y los otros están a mas de 200 metros..
Nosotros repetiremos, pero desde luego en una habitación con vistas a la playa.