Ubicado en primera línea de playa. Habitaciones muy limpias pero antiguas, mobiliario a reemplazar, en la terraza faltaba una de las dos sillas. Ofrece parking, una finca detrás del hotel sin asfaltar ni cubierta donde aparcas si hay sitio, aún habiendo reservado y pagado. Al llegar nos atendieron entrando y saliendo de una reunión de trabajadores del hotel. El desayuno está incluido y lo sirven en una bandeja individual; sencillo, bueno y en algunos aspectos, mejorable. Las vistas desde la cafetería son muy bonitas. Es muy caro para su nivel. La playa en Altea es de piedra rodada, detalle a tener en cuenta. El personal es distante, nada amable. Se limitan a darte el servicio sin más. Esto me resultó chocante con la historia que narran sobre el hotel en su web. No salimos pensando en volver.