Se trata de un hotel enorme, con una ubicación muy buena en pleno centro de Camboriú sobre la avenida principal, y a dos cualdras de la Playa Central.
La habitación que me tocó era moderna y minimalista, exactamente igual a las que se ven en las fotos del hotel, pero no tenía vista al exterior, sino a un espacio interno. Eso hacía que no fuera demasiado luminosa, lo que quedaba acentuado por la falta de un aplique más de iluminación. El baño era amplio y seguía el mismo estilo del cuarto. Todo siempre estuvo muy limpio y ordenado.
El aire acondicionado era moderno y funcionaba perfectamente. Lo único que me llamó la atención, si bien no fue un gran problema, es que ni en el frigobar ni en el baño había vasos, por lo que tuve que ir a comprar uno.
El desayuno fue excelente, con una gran variedad de frutas, panes, tortas, jugos y platos calientes, que se reponían constantemente. Muy bueno el desempeño del personal del comedor, que siempre estaba atento para recoger los platos y cubiertos sucios, y ordenar rápidamente las mesas para que estuvieran nuevamente disponibles, una vez que habían sido utilizadas.
En el quinto piso se encuentran la pileta, no demasiado grande pero funcional, el espacio de juegos para niños, el sauna y el baño turco. En la recepción se pueden solicitar toallas para utilizar exclusivamente en dichos lugares.
El wifi de la recepción funcionaba muy bien, no así el de la habitación, que era lento y se cortaba bastante seguido.
En resumen, este hotel es una buena opción para alojarse en la ciudad, con buena relación precio/calidad, y servicio muy satisfactorio.