Ubicado en una isla bastante grande en el río, en un sitio muy bello y tranquilo. Las cabañas son sencillas pero con todo lo necesario para una estancia cómoda y agradable. Están amuebladas con gusto, son amplias y están pensadas para disfrutar de la naturaleza. Hay wifi con velocidad suficiente, jardines y una zona de estar muy agradable. La limpieza impecable y el personal amable y atento. La comida es muy buena: sencilla, pero con ingredientes naturales y muy sabrosa y variada. Los platos vegetarianos son sorprendentes y los helados caseros deliciosos.
Está regentado por sus propietarios, Francisco y Sylvia, que viven allí. Esto significa que todo funciona a la perfección (seriedad y rapidez en las reservas, la organización del transporte, comidas, excursiones, TODO). Además vas a conocer a dos personas cultas, con un conocimiento profundo sobre la Amazonía y con las que puedes conversar durante horas sobre lo que vas a conocer allí.
Las excursiones son una maravilla. Te acompaña César, un guía local kichwa con una inmensa sabiduría acerca del lugar en el que vive, su cultura y costumbres.... He pasado horas caminando con él por la selva y he aprendido muchísimo. A entender el bosque y la vida en equilibrio con la naturaleza, el amor por su tierra y su forma de vida. Además, conoce los mejores sitios para ver animales.
Muchas gracias a Sylvia, Francisco, César y a todos los que trabajáis en Anaconda. Para mí ha sido una experiencia personal inolvidable. Álvaro