Con su costa interminable y algunas de las aguas más claras fuera de Hawái, Santo Tomás está hecho para disfrutar de muchos días de playa. Si es la primera vez que te pones un esnórquel, dirígete a Secret Harbor. Esta pequeña bahía es el lugar ideal para aprender sin olas. De vuelta en tierra firme, la ciudad capital y puerto de cruceros Charlotte Amalie está repleta de arquitectura colonial danesa de colores brillantes y leyendas sobre piratas (estate atento al Castillo de Barbanegra). A partir de abril, sigue habiendo buenas razones para visitar, ya que la Regata Anual de la Rolex Cup convierte a Santo Tomás en un festival de carreras de yates. Y las celebraciones de carnaval de este lugar (que comienzan en la primavera) posiblemente sean las mejores de las Islas Vírgenes. Las calles se ven invadidas por lentejuelas, plumas y música calipso, incluso en las primeras horas de la mañana, lo que los lugareños llaman una fiesta “jump up”.